Según una leyenda japonesa las personas estamos unidas por un hilo rojo. Un hilo que nos enlaza con la persona a la que estamos destinados. No creo en el destino. Creer en el destino te rebaja, te predispone a la espera, te convierte en un pasivo inerte aguardando el futuro. Me niego a arrastrar una cadena buscando a quién engancharme. Sin embargo, creo en los vínculos. Esas hebras o tentáculos que te unen a las personas que ya conoces. Los vínculos se estiran, se tensan…Y, a veces, se rompen. El tiempo, el desgaste y el olvido, corroen el lazo. Pero algunos, inexplicablemente, perviven. Qué nos une a alguien con la firmeza necesaria?